lunes, 30 de julio de 2012

Las Mañanas Nocturnas de Lord Mike VI - Keep Running

Una vez más les doy las gracias a dos apreciados amigos, el invierno y las vacaciones, nuevamente dejan la ciudad a mi merced. Como a una persona indeseable, la gente evita lo más posible encontrarse con el frío despejando las calles que recorro tranquilo.Los colectivos llevan tanta gente como un taxi, nadie sale si no es estrictamente necesario.

A medida que la mañana nocturna se va volviendo mañana diurna un colectivo arranca, a unos 8 metros un hombre de unos 70 años emprende una carrera sin probabilidades de 
éxito, los años vividos ahora le impiden correr suficientemente rápido para llegar a tiempo al colectivo. Detengo mi caminar, retrocedo dos pasos, descubro mi rostro y digo fuerte: "CHOFER" el colectivo se detiene y el chofer me mira por la puerta, le señalo al anciano que continuaba su carrera, al pasarme cerca con escaso aire en sus pulmones llega a darme las gracias y sube al colectivo.

Ah, que bien me hace sentirme un 
héroe. Pero el verdadero mérito es para el señor que acumula décadas, el empezó una carrera que sabía no podía ganar pero gracias a que no desistió lo pude ayudar, si de entrada él se hubiera resignado yo no hubiese notado que precisaba ayuda y por ende vaya a saber cuanto tiempo pasaba en el frío hasta el próximo colectivo. Lo mio fue un buen gesto, lo de él una excelente actitud.

El anciano demostró que hay que perseguir cosas fuera de nuestro alcance, por que no deberíamos descartar que algo o alguien, cambie las probabilidades.




lunes, 16 de julio de 2012

Las Mañanas Nocturnas de Lord Mike V - Sensación de Inseguridad Musical

Era un desayuno atípico para mí. Era un desayuno a la mañana (igual, aún era de noche). El metódico desayuno con leche descremada, 2 sobres de edulcorante, 30% de cereal, 6 galletas de agua, y otro 30% de la taza en cereal.

La radio me molesta, pero no me deja apagarla. Empieza a sonar un cover de los Beatles bastante agradable que llego a disfrutar, pero poco antes de concluir tanto el tema como mi taza, noto que lo pude disfrutar dentro de todo por ser un cover, ya que al tema original... me lo robaron.

El tema original me fue sustraído por una mendocina, de nada sirve hacer la denuncia a la policía, aún cuando mis pruebas sean suficientes no hay solución alguna que la policía me pueda brindar, esa canción nunca volverá a ser mía. Cada vez que la escuche, aunque esté distraído, llegará un estribillo o una estrofa que me recordará a ella, a su robo. Como visita inesperada e indeseada aparecerán en mi mente memorias de su sonrisa, de su tonada, de su mirada pícara, de las charlas, de su nariz fea, de situaciones y de sus besos, pero por sobretodo, del momento mismo en que compartimos la canción, ni se me ocurrió pensar por aquel entonces que estaba siendo victima de un robo.

No fue la única canción que me robo, pero la otra no me importa tanto, tampoco fue la única ladrona, otras me han robado "Down With My Baby", "This Is Goodbye", "Ain't no sunshine" y algún que otro tema romanticon pasajero. Por eso trato de ser más cuidadoso en cuanto a qué escucho con quien, para no sufrir robos importantes, pero los robos menores (canciones que no me gustan demasiado) no dejan de ser una molestia en algunas 
ocasiones.

Sólo espero haber podido robar algunas yo también, pero esa es una triste particularidad de estos crímenes nefastos, quien roba ni sabe ni disfruta lo robado.


jueves, 12 de julio de 2012

007 - La Nieve como Arma Extraterrestre, y otros Trastornos Imaginativos Nacionales


10/07/12 F

De mi sueño, o serie de sueños, sólo recuerdo que figuraba Estonia y probablemente los otros estados bálticos. No sé porqué. Tampoco entiendo del todo por qué pienso en mi niñez, entiendo que hoy me es permitido acceder a un modo imaginativo infantil. Salgo a la calle bajo el cielo de plomo, la manta blanca que se extiende sin pliegues por la ciudad cruje mientras se comprime bajo mis zapatos. Ya en la garita, veo que las luminarias cumplen su trabajo precariamente, con la indiferencia de un empleado que sabe que no será despedido ni ascendido jamás. Mi imaginación infantil me dicta: es un genio que puede invocarse sin hacer demasiada mella a las reservas de maná de la ciudad. Sólo sostiene una antorcha débil, y sabe multiplicarse indefinidamente. Con la certeza de los sueños, lo imaginé muy alto y delgado, con la piel y la carne transparentes, los huesos translúcidos y la cabeza de un animal parecido a un chivo. Modo imaginativo infantil, activado. A todas luces. Forcé al colectivero imbécil con la mirada hasta que contestó mis buenos días, pasé la tarjeta y procedí a tomar asiento.
La ciudad y su gente y sus cosas, hermanada conspirativamente contra mí a través de este hardware cristalizado y fractal, finge ser una ciudad. Fingiré fingir ser una persona, entonces, para no despertar sospechas. Miro por la ventana, rehusándome a creer que todo lo que veo es todo lo que hay. Debe haber algo más, aunque sea hostil o, me dicta mi imaginación infantil y escapista, aunque sea la mano siniestra de los Derinja.

006 - *pei-


02/07/12 F

No es que sea un tema incómodo, sino que es la incomodidad como tema. Ese malestar que está siempre ahí, definitivamente el origen de las dos arrugas más pronunciadas de mi cara: paralelas, verticales, entre las cejas, permanentes.
El malestar de estar escribiendo esto en primer lugar. La fundada sospecha de que estoy efectivamente eligiendo las palabras adecuadas pero aún así el texto no satisfará. Pues el tema no sólo no es satisfactorio, sino que es la insatisfacción como tema.
Hoy no encontraba mis tarjetas: la que preciso para abonar el colectivo aquí y la otra, que registra mi ingreso al trabajo. Ambas estaban, no en mi billetera, que contenía un billete de dos pesos, sino entre las páginas de mi agenda, con la semana sin completar. Al bajar del colectivo, a cuadra y media del trabajo, el frío me recordaba que mi pelo seguía algo húmedo y que mi sombrero y bufanda no lo cubrían. El agua corriente tiene algo, o le falta algo, que hace que mi pelo se vuelva difícil de gobernar y debo humedecerlo para peinarme. No hay sol. Y los viernes no veo el sol, ni el cielo de día.
Que se entienda, además, que no preciso escribir esto. Aunque lo parezca, no es una queja. Es la incomodidad: lo que prefiero ignorar cuando quiero pensar en cosas bellas, o darme ánimo. Pensar en lo incómodo ni siquiera nos da una visión lúgubre u oscura de las cosas. Si así fuera, diría, por ejemplo:

“Cae la noche sobre la ciudad y las calles llevan el olor a pólvora como el aliento de una maldición”


Cuando, mirando al frente, en el colectivo, vemos el recuadro que queda de unas seis generaciones de anuncios pegados con cinta adhesiva contra el vidrio que separa la cabina del chofer de los pasajeros, es simplemente incómodo. Hay cierta impotencia tácita en el incómodo. En este caso porque no puedo, ni me corresponde, levantarme y, espátula y esponja en mano, limpiar el vidrio. Nada más absurdo.
Hay incomodidades, como la que se despliega en los aproximadamente cuarenta minutos que me toma concentrarme antes de preparar mis clases, cuyo fin es evitar otras. En este caso, el sentimiento de inadecuación ante una jornada improductiva. Y más aún: ante una estilo de vida que no nos dé un remanso. Descansar, literalmente acostarse, rara vez es un remanso, creo yo porque sólo se disfruta plenamente si estamos cansados. Pero no cansados de cualquier manera: las energías que fueron gastadas deben haber sido gastadas en las cosas indicadas. Por suerte, hay muchas cosas indicadas. Continuar con este texto en horario laboral no es una de ellas, permítanme una pausa.
La incomodidad es inevitable. Los minutos robados al deber pueden ser dulces como caramelos, pero todos sabemos qué pasa si comemos muchos caramelos.
La incomodidad, finalmente, no es dolor. No lo es siempre. Que una tarea te absorba, te haga fluir, te ponga al límite de tus capacidades, ciertamente resulta doloroso. Pero es así la felicidad. Un lugar donde poner el dolor y trabajarlo. Y esto es etimológicamente correcto, al menos si hablamos de mi versión apasionada de la felicidad. Luego, agotados, tendremos con suerte un descanso merecido.  
Por lo demás, esto último es todo lo que controlamos: cómo podemos trabajar. En este sentido, el buen ocio es trabajo, y del mejor. Sin ir más lejos, estar sentado y respirar es un arte y una medicina. ¿Y quién podrá jactarse de tener autodominio? Si me acerco a algo parecido, podré dedicarme a enseñar, y mereceré el nombre de profesor. Mientras me mantenga aprendiendo, seré estudiante, pero desplazándome en el continuum. Hacia el remanso, donde está
el maestro.

005 - Boom. Headshot.


18/06/12, acerca del 12/06/12 F

Durante la Guerra de Invierno, un conflicto armado que inició un poco antes que la Segunda Guerra Mundial, existió entre las filas finlandesas un francotirador al que le decían valkoinen kuolema. La muerte blanca. Entonces se registraron temperaturas récord de -43°C. Tan sólo imaginemos, un momento aquí conmigo, a la amable quietud de estos -11°C en la garita, imaginémonos esperando en silencio y quietos. Belaya Smert, le decían los rusos. Esperando al Ejército Rojo. El colectivo pasa fugazmente por la esquina, a dos cuadras, antes de doblar y pasar por aquí. Tengo sólo un segundo para verlo, quizá menos, antes de que llegue. Para cuando Simo Häyhä había adquirido su terrible nombre de guerra, los rusos habían designado unidades de contrafrancotiradores selectos, con el mejor equipo y su nombre en cada bala. Equipos counter-sniper enteros contra él. Es sólo un momento, por la esquina dos cuadras al enfrente, unos segundos antes de que pase por aquí, por mi garita. Mi puesto. El bosque. Frío. 505 muertes en 100 días. Espero en el frío. Mi fiel Mosin-Nagant modificado. El colectivo es impuntual. No pasó. No lo vi pasar. Llega la línea A a mi garita, en silencio. Subo, con menos sorpresa que resignación. Bastó el fugaz silencio de una bala.  

Good morning, students. Dreamtime is over.

004 - Final Sorpresa


XX/XX/XXXX

Anoche ocurrió algo muy especial. Creo que debí parecerme, un poco, a un náufrago recién rescatado, abalanzándose sobre un banquete. Anoche, chicos, acabé con mi novela. Sorpresa. Le di un fin. Un cierre. Puse el último punto, por así decirlo. Casi veo ahora mismo los papeles en el piso (la carpeta estaba en el piso cuando lo hice). Me lastimé un poco los nudillos, vaya a saber cómo. Luego, casi satisfecho y con sueño, pues era más bien tarde, junté los pedazos, las tiras, los jirones de papel, y, sin atreverme a leerlos, los deposité en el pequeño tacho de basura, en la cocina, debajo del termotanque. Algunos folios de la carpeta también pasaron por el mismo proceso, por interponerse en mi camino.

Oh, y hoy, hace unos minutos en el colectivo, mi compañera de asiento hizo lo que yo he hecho allá en Río Cuarto más de una vez, sin saber cómo: A una cuadra de su parada, mecánicamente despertó, pidió permiso y se bajó. Misterio.

003 - Mañana de Hierro


30/05/2012 F

Creo que cuando éramos chicos, resultaba más fácil hacer magia. Volveré a esto luego.
Anoche olvidé preparar mi ropa, por lo que tuve que buscar cada artículo individualmente, y esto hizo que llegara a la parada nueve minutos más tarde. Dado que los horarios de colectivo no existen, sino que las unidades se limitan a dar vueltas por la ciudad, siempre salgo bien temprano de casa, por las dudas, y termino esperando el colectivo unos veinte minutos. Hoy lo esperaría menos y nada más, salvo que el escolar que viene acompañándome en silencio por las mañanas no apareció. Hoy mi charco estaba glaceado por un esmalte blanco y duro.
Antes de salir, de todas formas, desayuné mi té con leche, acompañado con un muffin de chocolate, mientras revisaba los clasificados.

“HERRERÍA HEFESTOS”

“¡Genial!”, pensé.

En la garita, para sentir un poco de calor, pensé que acompañaba a mi amigo Hefestos. El yunque sonaba, los fuelles soplaban y el metal resplandecía; pero el frío persistía, y esto no es Grecia: Me encuentro en la fragua de Mim.
Uno de los primeros relatos que he releído era parte de una serie de libros pequeños e ilustrados, hechos en el país en la década de los ochenta. Padre debió comprármelo en una revistería de saldos. Esta colección estaba pensada para lectores jóvenes, pero estaba escrita más que correctamente. Yo tenía el tomo dos, que relataba el origen del protagonista. La serie se llamaba “Gunnar, el vikingo,” y fue mi introducción a la mitología nórdica. Un día, todavía joven, el protagonista va al trabajo (una herrería) e indica que renuncia y que se llevará su espada. Su empleador se la entrega sin decir palabra y continúa trabajando: bastó mirarlo a los ojos para saber que se había vuelto repentinamente un hombre. No recuerdo el nombre de este herrero humano (Mim no lo es, y aparece luego en la historia), pero recuerdo que, una vez solo, se decía “La vida es demasiado complicada para que la entienda un simple herrero como tú.” Gunnar se había enterado, en un sueño, del regalo que le había hecho Odín: Era un guantelete de hierro, tibio al tacto como una mano de hombre.
Creo que cuando éramos chicos - les decía - resultaba más fácil hacer magia. Bastaba que nos gustara un personaje de la televisión para que dijéramos: “Yo soy Tal.” Decíamos “soy”, no “me gusta” o “Tal personaje es mi favorito.” Ahora, la vida es demasiado complicada. Demasiado como para que la entienda un simple, un simple...

Soy Gunnar, Mano de Hierro.
Soy Gunnar, Mano de Hierro.
Soy Gunnar, Mano de Hierro.

002 - Alexander F. Salamander, Esq. - Nightmare Keeper

29/05/2012 F


Esta madrugada, el agua se había congelado en los charcos que quedaban en la calle y las veredas.

Espejos apuntando hacia el cielo sin rostro.
Prisiones de las pesadillas designadas para esta noche.


Escarcha.

Como todavía no estaba acostumbrado a esto, probé ejercer presión sobre la superficie con mi zapato. Si el charco era pequeño, o poco profundo, el hielo no cejaba. Pero en los demás casos conseguí fracturar la superficie, de hasta un centímetro de espesor. El sonido que producía y las trizas que se formaban me daban la impresión de estar rompiendo placas de vidrio. Cuando un escolar se acercó, abandoné mis actos vandálicos.
Ya en la garita, me pregunté si existiría algún oscuro método de adivinación basado en los dibujos que pueden formarse en el hielo partido bajo nuestra pisada. Sobre el charco al frente mío se formó la silueta de una salamandra, criatura de fuego. De más está decir que me sentí indestructible, incluso después de que otro escolar le aplastara la cabeza, que crujió. Bien. Ahora mis pesadillas son suyas. O mejor: las suyas son mías, para orquestar.

001 - "Good Morning, Bahamut!"

28/05/2012 F.

El asfalto brillaba como el cuero mojado de alguna criatura enorme e imaginaria, primera y confusa creación de un Dios joven. Demasiado poderosa y acaso inestable. Puede que se pareciera a un hipopótamo

Luego llegó el colectivo, y me dirigí al trabajo.

Las Mañanas Nocturnas de Lord Mike V


Una vez más, en el punto que se conjugan distintos orígenes y un solo destino, la parada donde pasan todos los colectivos que me llevan a mi hogar. El día era distinto, la línea era otra pero la compañía fue la misma, La Elusiva.

La Elusiva, Capítulo 38


Como si fuese una remake, (o la reconstrucción de un crimen) ella está situada prácticamente en el mismo lugar, por suerte el presupuesto para extras era menor y el colectivo estaba menos lleno, además su lado derecho nuevamente estaba libre, así que me paro ahí cuando un brusco arrancar del viejo colectivo me hace chocarla levemente, me pide disculpas y pasa a reírse cuando me identifica.


Al ser una línea distinta el recorrido es otro, más rápido. Una vez más la charla miscelánea y las risas, somos los únicos que se ríen en el colectivo, y por lo que veo por las ventanas, quizás en toda la ciudad, al menos a esa hora. La recta final hacia mi lugar de descenso inicia literalmente, le digo “a todo esto, no tengo tu dirección”. Me la provee sin dudar, quizás porque no le dejé opciones o porque estaba con las defensas bajas. Nos damos un saludo afectuoso y casi paso de largo mi bajada.


Ahora lo incierto es el momento, no sabe cuando tendrá los apuntes para mí, el día acordado se excusó con estar fuera de la ciudad (con esa vaguedad, no dijo donde estaba, solo donde NO estaba). Como una jugada de ajedrez le mandé saludos a los padres (a quienes conozco) para ver si se encontraba de visita en su casa, el mensaje nunca fue respondido.


Algo que no mencioné es que no percibo rechazo alguno, y tengo un doctorado en rechazo, años de estudio involuntario sobre una amplia gama de rechazos, así que salvo que se trate de una variedad nueva podría decir que no lo hay. Lo que sí hay son dos probabilidades, la primera es que le caigo realmente bien pero no como hombre (eso puede confundir al detector de rechazo) la otra opción es que me eluda por algo externo, como si pensase “me gusta, pero mejor me alejo porque X” (X siendo la variable externa desconocida para mí) como quien se auto impone dejar o evitar un vicio que desea. En persona nunca me elude ni manifiesta incomodidad en grado alguno, es a través del celular, cuando tiene más tiempo para reaccionar y pensar qué responde o si responde, que pone en práctica su elusividad. La razón, sólo ella lo sabe, la Elusiva.

Las Mañanas Nocturnas de Lord Mike IV


Si bien puedo esperar el colectivo frente al trabajo prefiero caminar unas cuadras hasta el punto de convergen todas las líneas que me pueden llevar a casa, camino más pero así me aseguro de esperar lo menos posible. Los colectivos llenos de gente (mayormente por la universidad) son una verdadera lotería humana, y como tal, rarísima vez da un premio. Por lo gral son grupos de idiotas con mochilas parados en el pasillo, parece que ignoran que las mochilas ocupan un espacio físico y por ende la incomodidad que generan cuando uno quiere pasar, por lo cual por ahí las engancho a propósito con la clara intención de molestarlos, en algunos surte efecto y proceden a sacársela y bajarla. También están las cotorras que aturden con voces agudas y cacofónicas ó los hidrofóbicos con olor a mugre añeja y sudor seco.
Mientras avanzo, en el pasillo veo que esta vez la loteria me dio algo bueno, “La Elusiva”.

La elusiva es toda una mujer, se ha ganado mi admiración y respeto sin siquiera intentarlo. La conocí hace años, me gustó de manera cuasi instantánea, pero antes de que pusiera en marcha estrategia alguna ya tenía novio, para colmo la peor clase novio, la clase que es buen tipo y te cae bien. No tuve más opción que apartarme por respeto. Con el tiempo él incurrió en algún que otro desacierto pero logró solucionarlo. Igual había algo que no cerraba en esa pareja, pero temí que mi juicio no fuese del todo objetivo. El tiempo me dió la razón, ella me escribió para saludarme, la llamé para su cumpleaños y ahí ella sola sin que la conversación lo ameritara ni lo requiriese mencionó que ya no estaba más en pareja. Lo cual yo ya deducía por la redacción de sus mensajes y el renovado contacto, charlando la química permanecía intacta y terminamos de hablar, pero antes de cortar me aviso que el ex la acompañaría a almorzar.
Es tan buena persona que seguro hasta le hace de comer al ex, y el ex tratará de recuperarla, los reiterados rechazos a sus propuestas de matrimonio durante pleno noviazgo no hicieron mella en él.

Recorrí mentalmente la extensa conversación que tuvimos tantas veces como un pastor anciano recorrió los campos de pastura en toda su vida, intentando descubrir qué fue lo que dije que hizo que luego el contacto fuera prácticamente nulo. Una persona que nunca se ofende por nada de pronto no contestaba ni mensajes ni llamados, no insistí demasiado, no tenía caso. Podrían haber sido tantas cosas, ninguna por la cual me molestaría pedir disculpas si tan solo supiera cuál o cuáles fueron, si fue algo que dije de su ex, de mis ex’s, ó se enteró de algo, ó malinterpretó algo, las posibilidades para pedir disculpas son demasiadas, lo que no habla bien de mi.

Estaba en el colectivo parada mirando a través de la ventana pero mirando a la nada, en trance. Interrumpí su trance con mi mano y comenzamos a charlar, otra vez, quimica intacta. Para colmo por lo público del lugar no podía preguntarle por su elusividad, la vez anterior junto con mi familia tampoco pude, no logro dar con ella a solas, y la otra vez caminaba con un individuo masculino, pero ellos mantenían una distancia de unos 30 centímetros, él estaba a su derecha y ella llevaba una hoja de papel en la mano derecha por lo que se descartaba el que caminasen de la mano. Nada en la escena daba para intuir una nueva pareja. Llegando a la parada cerca de mi casa ya nos reímos varias veces, es admirable como me río con ella y no de ella como suele ser en otros casos, y sobre todo por ella, porque ella logra hacerme reir genuinamente. También hago alguna confesión pequeña, hablo de sueños, le cuento algo que ya conté a unas cuatro personas pero ella es la primera en entender y compartimos una reflexión. Unos 12 minutos de viaje con más variedad, disfrute e intensidad de conversación que las usuales horas de “relleno” pre y post sexo. La excusa para juntarme tenía servida y la usé, aceptó pero con vaguedades, acorde a su apodo.

Luego por mensaje me confirma día y hora, solo debo pasar por su departamento... si tan solo tuviera la dirección. Se la pido, el mensaje de respuesta nunca llega, horas más tarde y aún sin darme la dirección me propone un nuevo lugar que descarto amablemente y la dirección sigue sin llegar, la elusiva.

No tengo apuro, hoy por hoy es la única mujer que me interesa en serio y me gustaría decírselo, pero que tan en serio tampoco podría decirlo, porque no sé si tengo más que este “gustarme mucho-mucho” y eso ya no me gustaría tener que decírselo.

Pienso en la palabra relentless.

Seguiré con la paciencia del francotirador, quizás estoy insistiendo por algo que ya terminó ó nunca comenzará. Pero para mí es como la frase que odiaba escuchar de chico al ver Robotech... “esta historia continuará”.




Las mañanas nocturnas de Lord Mike III


Definitivamente una de las ventajas que le encuentro al invierno son sus mañanas desiertas de gente, la ciudad parece abandonada, un pueblo fantasma moderno. Lo cual para alguien que detesta la gente, es como el paraíso. No tenes que ver individuos con ropa que dice “GAP”, no tenes que escuchar motos paupérrimas con el caño de escape liberado para que haga más ruido y creamos que es una gran moto (ni los ciegos caen en esa), no nos vemos expuestos a conversaciones repletas de frases hechas sobre situaciones banales “ay, ¿y qué le respondiste?”, “yo soy muy buena, pero cuando me enojo...” “Yo siempre digo que...”, “Y es poco”, y todo un catálogo de muletillas que hace artificial y desagradable una charla en la misma manera que una mujer con demasiado plástico por todo el cuerpo.

En una mañana gris como la de hoy (de mis favoritas) además también los colores deben hacerse valer por sí mismos, sin la ayuda de un cielo soleado. Como el árbol con sus hojas secas que hacen un exquisito degradé de marrón claro a bordó, digno de una pintura, detuve mi caminata para apreciarlo bien, como un sommelier de pequeños paisajes. Cosas como estas ameritan llevar una cámara fotográfica todo el tiempo (volveré y sacaré esa foto). Como la vez que, en otra mañana de invierno en la que llovía vi a una joven madre sosteniendo a su niño con guardapolvo de jardín en brazos y este a su vez sostenía el paraguas que los cubría a los dos. La imagen me quedó grabada como una de esas cursis (pero a la vez bellas) postales de maternidad, el amor madre-hijo y como se ayudaban mutuamente.


Caminar en las mañanas de invierno es un ejercicio agradable.


Las mañanas nocturnas de Lord Mike II


LLEGÓ EL FRÍO.


Titulan los diarios cual una oda a la obviedad, quizás la noticia más innecesaria sobre la que se puede leer en estos dias, salgo a la calle y pienso “no es para taaanto”. Lo peor no es el efecto de la ola de frío en la temperatura, lo que realmente me molesta es su efecto en las conversaciones, sencillamente detesto cuando una temperatura extrema ó precipitación se vuelve un tema ineludible. Ya está, superenlo, idiotas. Y lo peor... lo peor son los pseudo-chistes, “Huy que calor que hace”, “No me digas que tenés frío” etc asqueroso etc.

De las distintas razones por las cuales me podría convertir en asesino serial, esta clase de comentarios están primeros en la lista, calculo que la prensa me llamaría “El asesino que mataba a los que decían ‘¿no sabes cuando va a llover?’ durante una lluvia”.


Las mañanas nocturnas de Lord Mike I


De lejos la divisé, un abrigo rojo, un vaquero azul gastado y unas botas negras, un caminar femenino admirable.
Ya más de cerca veo que el color de sus labios combina a la perfección con su abrigo y tiene una bufanda que sólo confirma el buen gusto.
Sus cabellos castaño oscuros hacen un marco ideal para su rostro, hermoso sin ser perfecto.
Y no puedo evitar pensar que podría ser la madre de mis hijos. A medida que me acerco buscando el contacto visual ella baja la mirada, busca en su cartera y saca el celular, suena de ringtone un tema de cuarteto.
Está muerta para mí.

miércoles, 11 de julio de 2012

Lady Ev. Episodio III - Seguir pensando

Caminaba ayer hacia mi sesión. Casi donde ví el (ahora congelado) perro que observaba al gato, largos metros antes, esta vez había aves. Mencantan los pajaritos :)
En la esquina había un par de palomas que, aunque adultas, eran muy pequeñitas... caminaban sobre la tierra húmeda sin molestarse por mi pasajera presencia. Más allá un par de gorriones que, casi jugando, saltaban de un lugar a otro de la calle picando algo, buscando... Y cerca de la mitad de cuadra un hornero, con su andar gallardo, casi robótico, se paseaba entre el pasto crecido...
Fueron un remanso curiosamente “previo” a la sesión que me esperaba. Sep, un anacrónico remanso, pero remanso al fin.
Fueron intensos esos 50 minutos en el diván. No sé si antes me había pasado: por momentos no miraba nada, ni el techo, ni la ventana, ni ese cuadrito con ese ocaso perfecto y oscuro... mi vista se relajaba y todo se volvía turbio.
Casi me encuentro en mis tiempos. Mis tiempos para pensar, mis tiempos para estudiar, mis tiempos para entenderme... y para crecer.
El retorno de allá fue lento, literal y figurativamente. Caminar resultó muy adecuado. No quise auriculares y música... quise seguir pensando.

Lady Ev. Episodio II - El frío y yo


Odio el frío.
Seguramente me han escuchado decir que es mucho mejor que el calor, porque te podés abrigar siepre un poco más no como en verano, que no te podés sacar la piel para nos sentir el calorcete... pero heme aquí haciendo esta declaración oficial: lo odio. Si bien es muuy placentero pasar el día envuelta en el deshabillé de polar, usando pantuflas y un par de pares de medias todo el santo día (se, porque aún soy un zángano asqueroso y no “tengo que” salir de casa muy seguido), no me gusta!!! Cada vez que se pone linda la tarde me voy a estudiar afuera y quiero que ya se pase esto!!!
Se, ya lo sé, quizás no siga opinando lo mismo de acá a no sé cuanto tiempo... Pero el remanso climático del día de hoy me recordó aún más lo que me pasa cuando viene el frío :) No puedo andar en la bici porque hace frío, no me conviene caminar mucho por ahí porque hace frío... y todo eso porque se me ocurrió querer cantar... Lo más fiero: se me congelan los dedosss!!! Y ya lo sé, estoy hecha una vieja chinchuda... porque hace frío.
Veremos que me espera mañana camino a la psico. :) Hoy está lindo, voy a dejar de quejarme.

Lady Ev. Episodio IV - Mis ideas abandónicas


El vacío me cae mal. Pero intentar llenar una página en blanco hace ya un tiempo se me aparece como una empresa cuasi-titánica. Pánico mental, qué se yo.
Es como si todas esas ideas que antes daban vueltas alrededor de mi cabeza se hubieran desteñido y poco a poco se hubiesen ido desvaneciendo hasta que ahora ya no vuelven sino en mis recuerdos.
He descubierto hace unos momentos que la filosofía ya no me parece tan copada, que ciertamente me aburre bastante por largos "momentos"... Estoy empezando a creer, incluso, que por eso mi biblioteca no se parece a la de un estudiante de filosofía.
Me incomoda no leer más que "materias" (lo cual hago hace ya vaaarios años) y no encontrar mayor interés por casi nada que esté escrito. Descubro que me he alejado, sorprendentemente, de la poesía (que supo ser mi hogar mental), e incluso me cuesta escribir algo de "literatura colaborativa" con amigos... Mi creatividad anda a la deriva por sitios donde yo no ando, definitivamente. Nos resulta difícil encontrarnos. JA. Eso me molesta, obbbvio! Y me entristece un tanto también... Antes me resultaba muy hospitalario el papel, las palabras y los dibujos que podía hacer con ellas. Hoy es un recuerdo. Muy de vez en cuando logro sacar algo bueno, "leible" (sí, "leible"), de entre mis ideas. Y, obvio, no suele ser nada que se parezca a la filosofía. JA (otra vez).
Estoy tratando de confiar en la "suerte" de que en algún momento "algo" pase (me entere o no) que me haga encontrarme con las ideas!!

viernes, 6 de julio de 2012

Lady Ev. Episodio I - En bicicleta

                  
Me dirigía en la bicicleta a mi hora de terapia, no hacía ni calor ni frío... la brisa casi fresca existía sólo sobre la bicicleta.
Casi llegaba a la esquina del asfalto... pero antes, ¿qué veo? Un perro de líneas sutiles, hocico delicado, casi puntiagudo, mirando... un árbol?!
-¿Mirando un árbol????- pensé mientras daba una vuelta más el piñón y casi frenando mi andar.
Sip, el perro estaba mirando... ¡No! ...No era el árbol! Lo que estaba mirando con semejante calma y atención. Ese pequeño trecho que recorrí entre que pensaba qué diantres hacía el perro mirando un árbol y que volví a mirarlo, ahí se completó la imagen. El perro estaba asistiendo a un espectáculo magnífico, con sobria atención observaba un gato cuasi Chatrán (era blanco con manchas grandes color Chatrán) que, se podría decir, pendía del susodicho árbol!
Parecía estar asistiendo a un espectáculo real, no se lo veía arrasado por el deseo incontrolable de destrozar al felino, estaba ahí, a un escaso metro de él, mirando calmo, sentado como una estatua egipcia, atento...
El gato estaba prendido de una rama por sus uñas, de ambas patas delanteras y se balanceaba, evidentemente no deseaba caer frente al can, aunque no pareciera que aquél deseara eliminarlo... orgullo gatuno, quizás.
Y se balanceaba a un lado y otro, lentamente, como calculando hasta eso. No pude evitarlo, y cuando me dí cuenta estaba riéndome, por supuesto. Para todo esto ya había llegado a la esquina y debía doblar. Les eché una última ojeada, sin dejar de reirme sola, y continué mi viaje. Con una sonrisa enorme -podía sentirlo- en la cara, como una loca de remate.