Me resulta molesto, me desconcierta, me desanima, me llama la atención cómo mucha "gente" se relaciona de modo superficial con la cuestión.
Con la palabra "gente" no me refiero sólo a algunas personas que conozco sino también a algunos que no conozco pero son quienes nos mandan a realizar estas jornadas con NADA de capacitación. Resulta que esta semana todos los docentes y alumnos de -al menos- la provincia de Córdoba nos vemos afectados a una jornada de concientización y prevención de la violencia de género -como a fines del pasado año-, pero hablando con algunos colegas nos íbamos dando cuenta de que no estábamos todos tan seguros, que no sabíamos exactamente qué decir, ni cómo manejar las actividades propuestas "desde arriba" (y eso excede a la institución, no se me malentienda)... en fin, lo que sí sabíamos era que hoy no íbamos a poder dar algunas de las clases que el horario estipula, porque estamos afectados al taller -que ciertamente me parece necesario y con un potencial mucho mayor al que tal vez podamos imaginar-, que los chicos iban a tener algunas actividades para resolver relacionadas con la violencia de género y la ley acerca de la misma...
Ahora bien, yo pienso que, más allá de que se nos encomienden estas tareas sin mas "aviso" que el aviso, sería razonable que, así como se nos pide -o exige, depende- que, para que nuestros chicos sepan estudiar les enseñemos las estrategias que se lo permitan, así debería suceder con nosotros (que en todo caso, por el rol que cumplimos, somos quienes debemos darles seguridad y guiarlos cada vez que estamos frente a ellos, porque lo queramos o no, nuestra función y nuestro discurso es un modelo para ellos). No creo que sea tan descabellado pedir que al menos nos den una capacitación básica respecto al tema. Porque ¿qué pasa si no, como hoy, como cada vez que estamos en una situación semejante? Nos hacemos cargo, llevamos adelante la actividad que sea, tratamos de que los chicos trabajen y lo hagan lo mejor posible, pero no desde la certeza sino desde lo que cada uno puede quiere o sabe, pero la educación no es algo arbitrario, no es algo improvisado... si fuera así, no existirían los colegios, ni los planes de estudio... ni nada de lo que existe como "escuela".
Escribo esto porque creo que el desarrollo de una jornada de reflexión como esta -vamos a circunscribir la discusión, porque si no, esto no dura una entrada de blog sino una tesis de licenciatura, mínimo- no debería estar sujeto a cuán informados/interesados/dispuestos/obligados estén los docentes; podría en cambio, estar sujeto a la disposición de tiempos y lugares adecuados para la reflexión, pero donde los moderadores sean conocedores del tema a tratar, o expertos, o sin ir muy lejos, hayan -hayamos- recibido la capacitación que les habilite los FUNDAMENTOS discursivos y sobre todo INTERPRETATIVOS para trabajar con adolescentes temas tan profundos, diversos, por momentos oscuros, y a la vez importantes para todos como ciudadanos, como las cuestiones que se entretejen con la violencia de género y sus afines, que no son pocos.
Pero bueno, volviendo a la frase inicial, la superficialidad del trato con este tema me abruma por momentos, me arroja al "papel" que ahora es un blog.
No sólo se me aparece como superficial el trato desde quienes tiene la facultad de mandarnos hacer cosas (que en este caso me fascinan, como pasar un rato reflexionando las cosas que nos pasan como individuos de una sociedad y un mundo como el nuestro), sino que en muchas ocasiones encuentro una especie de superficialidad en el trato del tema por parte de quienes tenemos que poner la cara y la voz en estas jornadas... es raro.
Se me hace raro, por momentos molesto, por momentos triste, inabarcable, inefable... y saben qué? También se me hace que no hay muchas formas "seguras" de hablar de esto. A veces parece que por pensar acerca de estas cosas, o por no darlas por absurdas, existe la posibilidad de que algo se rompa, y no a nuestro favor...
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